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Una pregunta clave para sanar tu infancia

Que nadie te ha hecho… pero que puede cambiarlo todo



Hace poco, en sesión, una paciente me dijo:"Es que no recuerdo que mi infancia haya sido mala… mis papás me dieron todo lo que necesitaba. ¿Por qué entonces me siento tan vacía en mis relaciones?"

Esa frase la escucho con frecuencia. Y no, no siempre se trata de haber vivido golpes, carencias materiales o maltrato evidente. Muchas veces la herida no viene de lo que pasó… sino de lo que faltó.

En mi experiencia, me he dado cuenta de lo difícil que puede ser reconocerse en una herida emocional cuando pensamos que nuestra infancia fue feliz y plena.

A mí también me sucedió: durante mucho tiempo creí que no había nada que mirar en mi pasado porque lo recordaba con alegría. Sin embargo, al profundizar en mis propios orígenes, descubrí que no siempre se trata de carencias materiales evidentes o de un maltrato directo; muchas veces son las estructuras invisibles aprendidas de nuestros padres —y de los suyos— las que van marcando nuestra manera de relacionarnos y de afrontar la vida.

No siempre se viven como heridas claras, sino como aquello que faltó: un acompañamiento, una palabra, una guía que quizá nuestros padres no pudieron o no supieron darnos.


Y como niños tampoco teníamos los recursos emocionales para afrontar ciertas situaciones. A veces esas huellas ni siquiera provienen de los padres, sino de otras figuras de cuidado a quienes otorgamos un lugar parental. Por eso, muchas de estas heridas son invisibles para nuestra consciencia adulta y requieren ser excavadas con cuidado.


Aquí es donde el acompañamiento terapéutico se vuelve tan valioso: nos ayuda a identificar esos puntos de desequilibrio en nuestra historia que solos no logramos ver, pero que influyen en nuestra salud y en nuestra vida actual.


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El problema de las preguntas incompletas

Cuando hablamos de infancia, solemos escuchar preguntas como:

  • ¿Te pegaron?

  • ¿Te gritaban?

  • ¿Te faltó algo material?


Y si la respuesta es “no”, solemos concluir: entonces tu infancia fue feliz. Pero hay una herida silenciosa, mucho más sutil, que rara vez se nombra.


Hay preguntas clave que podrían ayudarnos a entender las razones por las cuales algunas heridas vividas durante nuestra historia aún hacen eco en nuestra manera de relacionarnos y establecer nuestros vínculos afectivos.

Una de ellas, que podrías empezar a hacerte es:


🧠 ¿Quién eras tú antes de aprender a complacer a los demás para sentirte amado?

¿Quién tenías que ser para ganarte el amor de la persona de quien más anhelabas cariño?


💥 Esa es una de las mejores preguntas para empezar a profundizar. Y cuando la hacemos en terapia… muchas veces aparece el silencio, la confusión, las lágrimas. Porque no siempre sabemos cómo responderla.


¿Por qué duele tanto esta pregunta?

Porque para sobrevivir emocionalmente, muchos aprendimos a adaptarnos:


  • Ser “el/la niñ@ bueno” que no molesta.

  • Guardarnos el enojo para no ser rechazados.

  • Ocultar el llanto para no incomodar.

  • Convertirnos en el orgulloso “niño de logros” para recibir atención.


📌 Y en ese proceso… nos fuimos perdiendo. Enterramos partes auténticas de nosotr@s mism@s para asegurarnos amor y pertenencia.



Ejemplos de heridas invisibles


Te comparto algunas historias (ficticias, pero basadas en lo que tantas veces escucho en consulta):


🔹 Claudia siempre sonríe, incluso cuando algo le duele. Desde niña descubrió que, si se mostraba triste, sus papás se desesperaban. Hoy, de adulta, no logra expresar lo que siente y prefiere cargar sola con todo.


🔹 Carlos fue “el exitoso” de la familia. Buen estudiante, trabajador, siempre logrando más. Pero dentro de él hay un vacío: nunca se sintió amado por lo que era, sino por lo que hacía.


🔹 Mariana aprendió a no enojarse. De niña, cada vez que se enojaba, le decían: “no seas exagerada”. Ahora, como adulta, traga su enojo hasta que explota en ansiedad.



Las consecuencias invisibles

Cuando creciste creyendo que tenías que complacer para ser amado, de adulto puede verse así:

  • Te cuesta poner límites.

  • Dudas al decir lo que realmente piensas.

  • Buscas aprobación antes de decidir.

  • Te invade el miedo al rechazo o al abandono.


💡 Todo esto puede tener raíz en una infancia donde aprendiste que simplemente ser tú no era suficiente.


¿Cómo empiezas a sanar?


Primero, entendiendo algo:

✅ No fuiste tú quien estuvo mal.

✅ Fuiste un/una niñ@ adaptándose para sobrevivir emocionalmente.

✅ Ahora, como adult@, puedes empezar a recuperar esas partes perdidas de ti.


📌 Tu autenticidad no es peligrosa. Tu autenticidad es tu poder.



(Te adelanto un chisme)

Muy pronto voy a abrir un taller online en el que profundizaremos en un tema que toca la raíz de nuestra vida: reconocer cómo las experiencias de la infancia influyen en quiénes somos hoy.


En este espacio aprenderás a identificar qué partes de tu personalidad actual tienen su origen en esas memorias tempranas, y cómo transformarlas para recuperar tu autenticidad y alcanzar mayor libertad emocional.


Será un taller profundo, íntimo y con cupo limitado, así que si este tema te resuena, te invito a anotarte en la lista de interesados dando click aquí. Así, en cuanto abra la convocatoria, tendrás prioridad para reservar tu lugar.


Mientras tanto, no quiero dejar de acompañarte ni de brindarte herramientas prácticas.

Por eso te comparto un ejercicio para volver a ti:


📝 Escribe y reflexiona sobre estas preguntas:

  • ¿Qué cosas me gustaban antes de sentir que debía complacer a los demás?

  • ¿Qué me emocionaba genuinamente?

  • ¿Qué me enojaba, y me permití dejar de expresar?

  • ¿Qué me hacía sentir libre?


💡 Ahí está el camino de regreso a ti: en esas memorias olvidadas, en esa esencia que aún te espera.



Una verdad sanadora

Sanar no es recordar el pasado para culpar…💡 Sanar es recordar para recuperar las partes de ti que tuviste que esconder.

Y si al leer esto sentiste que algo dentro se movió, que te describiste en algún ejemplo, que reconociste una de estas heridas… quiero decirte algo: no tienes que hacerlo sol@.


Acompañar este proceso es mi vocación.

Te ofrezco un espacio seguro para mirar tu historia, comprenderla y volver a encontrarte con la persona que siempre fuiste antes de adaptarte.


Si sientes que este es tu momento, agenda una cita conmigo.

Porque reencontrarte contigo mism@… vale más que cualquier otro logro en la vida. 🌿✨


Puedes escuchar mi episodio sobre Heridas de la Infancia en mi podcast Verdades sin diván, disponible en todas las plataformas de audio.


Abrazo y que pronto podamos ser tan auténticos como fuimos creados.


Con amor.

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