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Vuelvo a ser yo


Cada vez que pienso escribir un artículo para mi blog, me esmero tanto por pensar que quiero dar algo realmente valioso para los demás, una semilla de oro que pueda ser sembrada en su consciencia y no algo interesante que queda anotado en una página de internet o enterrado en una hoja de libreta dentro de un librero. Pero uno puede leer muchos libros, ir a cursos u oír varias conferencias, al final la información sólo llega y entra si la necesitas en ese momento, es como tener un manantial a un lado sin tener sed o estar realmente sediento. Así que espero que lo que escribo, en algún momento, pueda ser un manantial o por lo menos una cantimplora con agua para alguien que le sea útil.

Pensando en esto, y reconociendo el poder de esta “sed de comprender” de la que hablo, recordé que hace algunos años leí "Una habitación propia" de Virginia Woolf, escritora feminista del siglo XX, y pensé que lo había entendido, pero por supuesto no fue así. Aposté varios años de mi vida a una relación donde el concepto de amor de pareja erróneamente incluía el costo mi individualidad. Y no fue sino hasta mis treinta y tantos, cuando me di cuenta de lo que significaba habitar plenamente mis días y la amplitud de mi propia mente. Me da tanta dicha descubrir que mi tiempo es mío (y que siempre ha sido mío) así como cada una de mis decisiones, ya sea qué película veré o decisiones más trascendentales aún como el tiempo que dedico a mi profesión. Creo que el equilibrio entre las prioridades es muy importante, pero sin olvidar la prioridad número uno: uno mismo.


No es posible amar cuando se desaparece, en mi opinión es al contrario. Porque, solamente a través de la plenitud del ser se puede ser pareja. Sin embargo en esa necesidad de ser amado o aceptado en ocasiones dejamos a un lado nuestra individualidad o lo que es peor aún adoptamos otra. Me recuerda la escena de la película de “Novia Fugitiva“ con Julia Roberts , cuando después de varias relaciones amorosas, entra sola a un restaurante y no sabe cómo le gustan los huevos en el desayuno, porque durante su vida, siempre los pidió según el gusto de cada una de sus parejas.

Y es en ese punto cuando nos damos cuenta de lo que se ha perdido, que es posible mirarnos, reconocemos y revalorarnos… son “sed” de retomar nuestra individualidad.

Y qué mejor que lograrlo sin perdernos en el camino, realizándonos como seres humanos íntegros, independientes, autónomos…

Es por eso que hoy te invito a mirarte, a reconocerte y mirar todo aquello que eres y que eras… ¿Qué deseas? ¿Cuáles son tus miedos? ¿Cuáles son tus sueños?

Es sorprendente lo empoderador que puede ser ponerles palabras a tus deseos e inseguridades, por pequeñas que sean, y hacerles lugar en ti, dentro de tu consciencia pero lo mejor sería, darles un lugar en tu vida.


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